Hasta hace pocos años, no eran muchas las personas que conocían esta enfermedad; los métodos de detección actuales permiten reconocer el problema cada vez más frecuentemente y establecer un tratamiento.
Por Luis M. Agote (médico pediatra)
"Soy celíaco". Esta afirmación se escucha cada vez más y más. La celiaquía es una enfermedad crónica causada por la intolerancia de la mucosa del intestino al gluten, que es una proteína contenida en el trigo, la cebada y el centeno. La avena, antes considerada integrante de esta lista, se clasifica hoy como alimento seguro, aunque generalmente tiene contaminación de gluten por la molienda conjunta con otros cereales que lo contienen. La enfermedad es más frecuente en mujeres que en varones, y más aún en personas de ascendencia europea. En la Argentina, se estima que 1 de cada 100 a 150 personas es celíaca.
Determinados genes presentes en ciertas familias predisponen a sus miembros a desarrollar la enfermedad. Debido a la variabilidad de los síntomas y el aún poco conocimiento de la enfermedad, se considera que sólo se diagnostican el 10% de las personas que la padecen. La mayoría tiene la enfermedad casi sin síntomas o con síntomas ocasionales que dificultan el diagnóstico.
El intestino del celíaco va sufriendo un daño progresivo de la capa mucosa desde el momento en que se incorporan los alimentos mencionados a la dieta, en general después de los seis meses de edad. Las manifestaciones clínicas, que son muy variables, pueden afectar no sólo al intestino sino a otros órganos, y aparecer en la infancia o en la adultez. Los síntomas intestinales más frecuentes son inapetencia, dolor abdominal, hinchazón de la panza, flatulencia, vómitos, diarrea crónica y en los casos más severos, desnutrición. Otras manifestaciones asociadas son irritabilidad, anemia por déficit de hierro, retraso en el inicio de la pubertad o de los ciclos menstruales, baja talla, pérdida de peso, infertilidad en mujeres adultas, artritis, aftas orales, osteoporosis a edad temprana, debilidad del esmalte dental, erupciones en la piel y, en ocasiones, convulsiones.
En la adultez puede predisponer a la aparición de cáncer de intestino. Para realizar el diagnóstico, el médico puede pedir estudios de sangre que permiten descartar o reafirmar la sospecha de que la enfermedad está presente. Si los anticuerpos son positivos, el próximo paso es realizar una biopsia de mucosa intestinal, para enviar al laboratorio. Los celíacos tienen un daño severo de la mucosa que genera malabsorción de nutrientes con las consecuencias ya mencionadas.
El tratamiento consiste en una dieta libre de gluten, que evite alimentos derivados de trigo, avena, cebada y centeno. La enfermedad no se cura y la dieta es de por vida. Existen hoy numerosas entidades que reúnen a enfermos y sus familiares, y brindan información sobre la enfermedad y su tratamiento.
En nuestro país hay una ley que obliga a los fabricantes de alimentos a rotularlos como aptos para celíacos (libres de gluten) o no aptos (se lee "contiene T.A.C.C", que quiere decir trigo, avena, cebada y centeno). Es importante que el cumplimiento de la dieta sea estricto, ya que si se suspende pueden aparecer dolor abdominal, diarrea, anemia u osteoporosis. En un intento de prevención de la enfermedad, se recomienda que los bebés no ingieran alimentos con gluten antes de los seis meses de edad, o incluso más tarde si tienen familiares con enfermedad celíaca. El amamantamiento podría disminuir el riesgo de adquirir la celiaquía.
Fuente: Revista Maru - Junio 2012
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